Julia nos recibe en su hogar
De camino a reunirnos con Julia Mårtensson en su vibrante casa, paseamos por las pintorescas calles de Vasastan. Edificios históricos y encantadores cafés ambientan este pintoresco barrio de Estocolmo que alberga no solo la sede de Bemz sino también muchos locales de moda. Acompáñanos para viajar a través de una inmersión profunda en el caleidoscopio que es el hogar de Julia.
Al entrar en el colorido piso tipo estudio de Julia su animado perro de granja danés-sueco de 12 años, Valter, nos recibe calurosamente. El acogedor piso de 31 metros cuadrados está situado en la planta baja, con amplias ventanas que al abrirse dan a un encantador espacio exterior. El espíritu alegre de la apreciación estética de Julia se despliega inmediatamente desde la entrada que está pintada en un radiante tono amarillo sol, cortesía de Klint, empresa para la que ella trabaja. Su papel como directora creativa y estilista de la empresa de pintura contemporánea ha influido mucho en su hogar, que funciona como un recipiente donde Julia canaliza su creatividad. "Como alguien que piensa demasiado en todo, mi casa se ha convertido en un proyecto terapéutico en el que trabajo para distraerme. Así, reorganizar mis cachivaches es una actividad que me distrae".
Cuando le pedimos que resumiese su estilo distintivo en tres palabras, Julia lo resumió como conciso, alegre y en constante evolución. Cada objeto y mueble sirve de narrador, convirtiendo su casa en una galería de relatos que están a la espera de ser explorados. Ella nos explica que su vida gira en torno a tres fascinaciones centrales: la estética interior, las conexiones significativas con la gente y el «True Crime» (crimen real). Así que una pequeña dosis diaria de cada una de ellas es su receta personal para la felicidad.
Estoy contentísima con lo que he logrado hacer al cambiar esta funda, ya que todo el ambiente de mi piso cambió enormemente.
Desde el cómodo refugio del sofá, la mirada de Julia se extiende a su cocina y comedor, meticulosamente decorados. Cuatro llamativas sillas "Kamilla", diseñadas por Johan Kandell, captan inmediatamente la atención. A pesar de ser preciadas reliquias familiares transmitidas de generación en generación, estas sillas azules parecen haber estado destinadas al vibrante mundo de Julia. Y riéndose con picardía, ella nos confiesa que la comodidad puede pasar a un segundo plano con estas sillas: "Mis amigos nunca dudan en recordármelo, pero ¿sabes algo?... A veces la belleza triunfa sobre la ergonomía".
En los acogedores confines del pequeño estudio de Julia hay un dormitorio escondido, un espacio que, a pesar de su tamaño, desprende una riqueza distintiva. El cabecero de la cama, con una funda de terracota Brera Lino, concuerda armoniosamente con el armario pintado Ivar de IKEA, otro matiz Klint, por supuesto. Las cortinas de Bemz hechas a la medida en un lino a cuadros filtran delicadamente la luz entrante, creando un juego de sombras que da la ilusión de que todo el suelo es una amplia cama. Añadiendo un toque de encanto rústico a la paleta de colores contemporánea, vemos una colcha de algodón cáñamo con rayas azules que introduce un contraste muy alegre.
Desafiando la sabiduría convencional que aboga por una base interior neutra, Julia defiende apasionadamente el enfoque opuesto. Para ella, la clave está en crear una paleta personalizada inspirada en cualquier cosa que despierte la creatividad. Y decide compartir su técnica secreta con nosotros: "Puedes inspirarte en una obra de arte o de una foto, simplemente utiliza la herramienta de selección de color de cualquier programa de edición y así podrás extraer los matices, así de fácil, ¡ya tienes tu propia paleta de colores!". Para Julia, los colores no son únicamente elecciones estéticas, sino que también poseen un poder transformador para evocar las emociones y moldear los estados de ánimo. Describiéndose a sí misma como una persona impulsada por las emociones, somos testigos de una conexión perfecta entre su vibrante espacio interior y su inteligencia emocional, lo que crea un hogar lleno tanto de sentimientos como de color.
Al cerrar este capítulo sobre el encantador y dinámico hogar de Julia, su piso se erige como testimonio de unas elecciones de diseño intrépidas y de un compromiso inquebrantable con la expresión personal. Cada rincón narra una historia de alegría, de espontaneidad y de una vívida celebración del color que ha definido su espacio durante los últimos cuatro años. Con los ojos puestos en una nueva aventura, la visión de Julia es encontrar y renovar algún día un ático en Södermalm, un vibrante barrio de Estocolmo conocido por su ambiente bohemio y sus boutiques vintage. Cuando llegue ese día, esperamos que nos inviten allí para tener así la oportunidad de entrevistarla nuevamente.